El Malbec tiene una larga historia en Francia. Se piensa que la uva Malbec se cultivó por primera vez en la región de Quercy, en el suroeste de Francia. Desde allí, se expandió a la región de Burdeos, donde se utilizó principalmente como uva de mezcla para vinos tintos.
Sin embargo, a mediados del siglo XIX, el Malbec comenzó a sufrir una serie de plagas y enfermedades que afectaron su producción y calidad. El filoxera, una plaga que devastó los viñedos franceses, y la filoxera de la vid, una enfermedad fúngica, golpearon a la uva Malbec con fuerza.
Con la llegada del siglo XX, el Malbec había sido prácticamente eliminado de la mayoría de los viñedos franceses. Sin embargo, gracias a algunos vinicultores apasionados que sobrevivieron a la plaga, la uva Malbec logró sobrevivir en pequeñas cantidades en Burdeos y en otras partes de Francia.
A finales del siglo XX, cuando la Argentina comenzó a abrirse al comercio internacional, los vinicultores argentinos decidieron experimentar con nuevas variedades de uva para expandir su producción de vinos. El Malbec fue una elección natural para ellos, ya que habían notado que la uva crecía bien en las altitudes y en los suelos de la región de Mendoza.
Desde entonces, el Malbec ha florecido en Argentina, convirtiéndose en una de las variedades de uva más populares del país. En la actualidad, Argentina produce más de la mitad de la producción mundial de Malbec.
El Malbec es una uva que crece bien en climas cálidos y secos, y en suelos bien drenados. En Argentina, la mayoría de los viñedos de Malbec se encuentran en la región central de Mendoza, que tiene un clima semiárido y suelos aluviales con abundante piedra caliza.
La vid de Malbec suele ser vigorosa, y su poda es vital para obtener una buena calidad de uva. Los vinicultores argentinos suelen utilizar la poda en "espaldera", que consiste en guiar la vid a lo largo de un alambre, para obtener una buena exposición a la luz solar y una buena aireación de la planta.
El clima en Argentina suele ser seco y soleado, lo que significa que los vinicultores deben regar las plantas con agua de riego. En algunos viñedos, el agua se extrae de los ríos de los Andes situados en la región.
La producción del Malbec comienza con la cosecha de las uvas maduras. Los vinicultores argentinos suelen cosechar las uvas a mano, para asegurarse de que se recogen solo las uvas maduras y de alta calidad. La cosecha suele comenzar en marzo y puede durar hasta abril, dependiendo del clima y de la zona.
Las uvas se prensan para extraer el jugo y luego se someten a un proceso de fermentación, en el que las levaduras transforman el azúcar de las uvas en alcohol. En este proceso, también se pueden agregar otros ingredientes, como levaduras específicas, para controlar el sabor y el aroma del vino.
Después de la fermentación, el vino se somete al proceso de envejecimiento, que puede durar desde unos pocos meses hasta varios años, dependiendo del estilo de vino que se desee producir. En Argentina, el Malbec se conoce por su maduración en barricas de roble, especialmente las de roble francés, que le dan notas de vainilla, tostado y especias.
El Malbec se caracteriza por su color rojo oscuro y su aroma a frutas oscuras, como moras y ciruelas. En boca, tiene un sabor suave y sedoso, con un toque de especias y tostado del roble.
Cuando se prueba, el Malbec se debe servir ligeramente fresco, a unos 15 o 16 grados Celsius. Puede ser degustado solo o junto con muchas comidas, especialmente carnes rojas y platos picantes de la gastronomía de Argentina y México. También se puede maridar con platos de queso, como el queso azul o el roquefort.
A continuación te dejamos una lista de platos que se pueden maridar con Malbec: